jueves, 17 de septiembre de 2009

Ondina Maristany, una mujer entregada a la causa de Cristo en Cuba







Una vez más el templo de la Primera Iglesia Bautista en Santiago de Cuba, fue testigo de la mezcla de dolor, pero el profundo gozo que se siente ante la partida hacia las mansiones celestiales de una sierva fiel al Señor; en esta ocasión se trataba de la hermana Ondina Maristany, viuda de Cervantes, mujer entregada por entero a la causa de Jesucristo en Cuba, durante toda su vida.
El culto fúnebre, devenido en culto de alabanzas al Señor y testimonios, estuvo matizado por un sin número de anécdotas que muchos pastores, misioneros, familiares y vecinos, contaron con mucha gratitud. Carácter fuerte, corazón dadivoso, pasión misionera, integridad y entrega incondicional a la obra de Dios, fueron algunos de los aspectos mencionados por los oradores quienes resaltaron el legado de esta mujer a las generaciones presentes y futuras.
El hermano, Tim Broach, yerno de Ondina, guió gran parte del emotivo programa, al cual asistió un gran número de hermanos. Cada uno se fue enterando por diferentes vías y allí, en representación de toda la Convención Bautista de Cuba Oriental, acompañaron a la familia en este momento sin igual.



Seis pastores cargaron en sus hombros el féretro hasta llevarlo al coche fúnebre que trasladó los restos mortales desde el templo de la Primera Iglesia Bautista en Santiago de Cuba, hasta el cementerio “Santa Ifigenia”. Antes de salir la hermana Onilda Cervantes Maristany, tuvo unas emotivas palabras de gratitud al Señor y a cada una de las personas que les acompañaron de forma presencial o a distancia, a través de cartas y mensajes electrónicos. También testificó de cómo su madre, quien hubiese cumplido 86 años este 23 de Septiembre, partió de este mundo con mucha paz y sin exhalar queja alguna.



Sobre las 3:30 p.m. le fue dado sepultura al cuerpo de Ondina Maristany, muchos cánticos, fueron escuchados en la voz de aquellos que creen en las promesas de Vida Eterna, que Cristo Jesús ha hecho a sus hijos. Ondina Maristany, peleó la buena batalla, acabó su carrera aquí en la tierra, y hasta el final de sus días, guardó su fe.
Oscander Rodriguez Frómeta
VER PEQUEÑO VIDEO CON IMÁGENES Y ENTREVISTAS INÉDITAS (CLIC AQUÍ)


SINTESIS BIOGRÁFICA DE ONDINA MARISTANY
ONDINA MARISTANY HERNANDEZ
Septiembre 1923 - Septiembre 2009

“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.”
II Timoteo 4:7 (texto lema de su vida)

Ondina Maristany nació en el Central Cupey, Provincia de Holguín el 29 de Septiembre de 1923. Ondina fue la menor de los cuatro hijos de Carlos Maristany y Milagro Hernandez. La mayoría de su niñez y juventud la vivió en Palma Soriano donde sus padres fueron dueños de uno de los preferidos restaurantes de la ciudad. Tuvo fundamentos religiosos al ser formada en un hogar católico. Por medio de la influencia de los pastores Agustín Gonzalez y Adela Mourlot tomó una decisión personal de seguir a Cristo en su juventud.

Estudió la carrerra de Derecho en la Universidad de La Habana e hizo una especialización en Delincuencia Juvenil en Los Angeles, California. A su regreso ejerció esta carrerra en la 5ta Estación de Policía en La Habana. Durante este tiempo conoció la niña Josefina que fue abandonada por su madre. La recibió en su hogar como hija por casi 5 años hasta que la madre la reclamó.

Durante un campamento de jóvenes en Yumuri, Matanzas, sintió el llamamiento del Señor a prepararse como misionera para servirle a tiempo completo. En ese momento se resistió, pero al procesar su inquietud con un misionero presente entendió lo que Dios estaba diciéndole. Cuando comunicó a sus padres la decisión de dejar su profesión y estudiar en el Seminario, no fue comprendida ni apoyada en esto, sin embargo, ella estaba segura de tomar este paso. Las puertas se abrieron para estudiar en el Seminario Bautista en Ft. Worth, Texas. Al terminar sus estudios ya sus padres se habían mudado a Miami, Florida y creyeron que esto influiría en ella para quedarse en Los Estados Unidos. Nuevamente confrontó una encrucijada entre los deseos de sus padres y su llamado ministerial. Decidió regresar a su país que tanto amaba. Tiempo más tarde despidió al resto de su familia que también decidía salir de Cuba, pero aún así estaba convencida de que los propósitos de Dios para su vida eran ministrar a su propio pueblo. Esta decisión tuvo un gran costo, pues las fronteras se cerraron y no pudo ver su familia por 20 años.

Después de su graduación en Ft. Worth inició su trabajo en La Habana como consejera de la Unión Bautista de Estudiantes Universitarios (UBEU) la cual tuvo su sede en su apartamento y como misionera de la entonces comenzante misión de William Carey que bajo su tesón e incansable trabajo se convirtió más tarde en la iglesia William Carey del Vedado. En el primer año del triúnfo de la Revolución le ofrecieron un cargo en el comenzante Ministerio de Asistencia Social como directora de uno de los negociados más importantes. Ella hizo un compromiso sólo por un año para ayudar a organizar el departamento dada la relación que tenía con la ministro, que era su amiga. Después de eso se dedicó de lleno a su trabajo misionero con la Convención Bautista de Cuba Occidental siendo profesora en el Seminario y pastoreando a la Iglesia de Unión de Reyes en Matanzas. Durante este tiempo conoció a la niña Josefina que era hija de una esquizofrénica y decidió llevársela a vivir con ella. La crió como hija por casi 5 años hasta que la madre la reclamó. La pérdida de Josy fué un gran dolor para ella.

Aunque disfrutaba de muchas oportunidades en la capital, sintió que Dios estaba llevándole a servir en los campos de Oriente. Fue misionera en las iglesias de Veguitas y Yara. Desde allí subía a las montañas de la Sierra Maestra y el recuerdo para muchos es de la mujer valiente, decidida y que desafiaba peligros recorriendo estas zonas en su jeep “Timoteo”. Su ministerio fue integral, pues se preocupaba tanto de la necesidad espiritual como social.

Durante este tiempo fue profesora en el Seminario Bautista en Santiago de Cuba. Recibía estudiantes los fines de semana para apoyar el trabajo misionera en la Sierra. Fue así como conoció al seminarista Rigoberto Cervantes. En la relación profesora/alumno surgió un sentimiento mayor. Después de la graduación de Rigoberto, se casaron en la Iglesia de Veguitas en Diciembre de 1961. El primer pastorado como pareja fue en Los Hoyos de Sabanilla, Baracoa y allí les nació su primera hija, Onilda. Nuevamente desarrollaron una labor integral en la comunidad. Se les recuerda no solamente como pastores, sino como “enfermeros”, choferes de emergencias, constructores de pozos de agua y maestros.

Su siguiente pastorado fue en la ciudad de Holguín. Allí nació su segundo hijo, Carlos. Durante este tiempo confrontaron la dificil prueba de la UMAP. La firmeza de Ondina le sirvió para asumir el pastorado de la Iglesia y su rol de madre de dos niños pequeños sin la presencia de su esposo y la distancia de sus padres. Después del tiempo de reclusión de Rigoberto tuvieron la posibilidad de salir del país, pero ambos confirmaron que el llamado de Dios era mantenerse sirviéndole en Cuba. En medio de muchas dificultades se mantuvieron fieles a su llamado.
La Iglesia Bautista de Baracoa les llamó como sus pastores en 1969 donde sirvieron por 10 años. En 1979 aceptaron ser pastores de la Primera Iglesia de Las Tunas donde estuvieron hasta el año 1994. Su último pastorado fue en Baire, donde ministraron por 5 años hasta su jubilación. Impactaron en cada comunidad donde vivieron tanto a cristianos como a no cristianos. Las personas en estas ciudades dan testimonio de la manera en que ellos sirvieron por amor dando de sí mismos y proveyendo para diferentes necesidades en la medida de sus posibilidades. Hasta hoy, muchos siguen y sirven al Señor como fruto de lo que ellos sembraron.

Al jubilarse en 1999, se mudaron a Santiago de Cuba donde adquirieron una vivienda, gracias al permiso del Estado Cubano, que reconoció la labor de esta generación de pastores. Ya ubicados en Pastorita mantuvieron su espíritu misionero y abrieron su hogar donde la Palabra de Dios fue enseñada por primera vez en este reparto. En noviembre 2002 su amado "Rigo" le adelantó al entrar en la presencia del Señor, dejando un gran vacío. Pero, como siempre, ella siguió firme según los propósitos de Dios para su vida. Su pasión por la enseñanza le mantuvo apoyando el curso de laicos en la Primera Iglesia Bautista de esta ciudad y colaborando con la Cuarta Iglesia Bautista. Ondina, ha vivido su útlimos años en "Cambute", muy cerca de la IV Iglesia Bautista en Santiago de Cuba, donde mantuvo una Hora Feliz y Célula de Oración para el vecindario. En cada lugar donde estuvo fue amada y dejó su influencia en la vida de niños hasta los de la tercera edad, huella imposible de borrar.

Nunca desfalleció en presentar el Evangelio de Salvación a todos con quienes tenía contacto. Ondina siempre tenía tratados evangelísticos para regalar. Aún en sus últimos años, que hacía sus salidas montando en cualquier vehículo que le parara en las calles, antes de bajarse y junto con el agradecimiento ofrecía uno de ellos.

Ondina queda en la historia de nuestra Convención Bautista Oriental de Cuba por su entrega y contribución como líder convencional y profesora del Seminario por más de 40 años. En el transcurso de este tiempo ocupó cargos como Presidenta de la Feminil y Directora de Educación Cristiana, fue una de las pioneras en los cursos para laicos y la obra de APEN, y su influencia se dejó sentir en muchas otras áreas. Fue una representante de la Convención en varios eventos internacionales incluyendo Asia, Europa, Latinoamérica y Los Estados Unidos.

Su último proyecto, todavía en construcción, fue el Hogar de Ancianos, del cual es fundadora. Uno de sus anhelados sueños: ver a ancianitos, que pusieron sus vidas al servicio a Dios, recibiendo un cuidado especial y en un entorno placentero. Mantuvo esta visión, se esforzó para que otros amaran este proyecto y pusieran de sí en él. Trabajó consiguiendo fondos económicos y podríamos decir que fue el último gran empeño donde entregó pasión y fuerzas.

Su carácter enérgico, su firmeza de convicciones, su celo por la obra del Senor, el amor por Las Escrituras, la preocupación por los desvalidos o indefensos, su desinterés material, su ímpetu emprendedor, su hospitalidad, su optimismo y fe son algunas de las virtudes que le adornaron matizadas con defectos, humana al fin, y que entrelazados formaron la esencia de lo que fue, dejándonos un gran ejemplo como mujer de Dios también sujeta a debilidades.

Ondina está dejando una gran herencia a su familia, no de la naturaleza material sino espiritual con valor eterno. Eso es recibido con agradecimiento por sus hijos Onilda y Carlos, los cónyuges de ellos, y sus cuatro nietos: Ena Susana, Carlitos, Mikela y Javier.

Ella repetía e hizo suya la expresión “Quiero morir con las botas puestas”. Así la vimos con su espíritu de fortaleza hasta el final. Definitivamente su texto lema se hizo realidad en ella: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.”

Gracias, Ondina, porque tu vida ha honrado a Dios y nos ha dejado un legado digno de imitar.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Exelente reporte de mi hermano Oscander.
Yo también tuve el privilegio de compartir con quien fuera Ondina Maristany,hoy no puedo evitar llorar,de tristesa y de agradecimiento a Aquel que nos permitó disfrutar de un ser tan marvilloso como ella,cuando yo tenía cuatro años la vi por primera vez,fue a la iglesia donde mis padres me llevaban,fue como misionera a visitar a las damas,allá en Puriales de Sanana,Maisí,Guantánamo,aún recuerdo el cántico que nos enseñó esa noche(regocijate y canta oh moradora de Sión,porque grande es en medio de ti El Santo de Israel),trabajé con ella casi por diez años,solo puedo decir que ella siempre estuvo dispuesta a dar y a ayudar,soy testigo fiel de eso,aún con su muerte nos dió a todos el privilegio de decirle a las generaciones futuras.. Yo tuve el placer de conocerla,de compartir con ella,de recibir sus consejos,sus regaños,sus enseñanzas,y sobre todo muchas veces ella fue un canal directo de bendiciones desde el cielo hasta mi.
MIl GRACIAS DIOS.
MIl GRACIAS ONDINA

Unknown dijo...

Maria marquez
"Ondina, amiga, consejera"
Tuve la oportunidad de conocer de cerca a Ondina durante mi etapa de postgrado en Las Tunas donde ellos fueron pastores,Casi todos los dias visitaba su casa temprano en la manana antes de entrar a mi trabajo y siempre habia una palabra de consejo, de amor de amiga. Fue una etapa importante de mi vida que me hizo madurar como cristiana. La admire siempre y le doy gracias a Dios por haberla conocido. Maria

Unknown dijo...

Tuve la oportunidad de trabajar con la hermana Ondina en coordinación con las Femeniles de la Convención Bautista Occidental.
Pero lo que más me impactó de ella fue muchos años atrás, cuando visitamos Las Tunas al perder un niño de la familia de mi esposo y ella rápidamente acudió a consolar y dar la palabra oportuna.
Ondina era apasionada y la edad no fue nunca un obstáculo para servir y eso nos sirve de ejemplo.
Un abrazo a su hija de parte de Elizabeth Diaz, la hija de Jesús Diaz el empleado del Seminario Bautista de la Habana, cuando ella estudió allí... en la familia cristiana siempre estaremos unidos.